Villata Roja 2020

Las variedades hablan. Cada uno en su justa medida, aportamos el punto de equilibrio para dar una idea completa. Tempranillo, Graciano y Garnacha.

La familia Pérez Calvet adquirió los viñedos de Laserna (Laguardia, Rioja Alavesa) en 1930. Los restauraron y elaboraron vino para consumo propio. Son las siguientes generaciones (Pérez Villota) quienes impulsan el negocio y crean una bodega junto al grupo CVNE que será Viñedos del Contino. Y a partir de 2013 la familia se separa de Contino y crea su propia línea de vinos con la empresa Viña del Lentisco y la marca de vinos Villota.

La Finca está situada en un meandro del río Ebro el Laserna. Disponen de las variedades autóctonas de La Rioja, como Tempranillo, Graciano, Mazuelo y Garnacha en tintos y Garnacha blanca, Viura. Garnacha: es una uva posiblemente de origen español que requiere un clima seco y cálido debido a su maduración tardía. Es una variedad altamente oxidativa que produce vinos de alta graduación alcohólica, con muchos aromas de frutas rojas, pocos taninos, poco color y poca acidez. Es fácil verlo mezclado con otras uvas para darle más cuerpo y carácter. Se puede encontrar en España, sur de Francia, Italia, Australia, California y Argentina.

La uva Graciano: también necesita sumidades cálidas y áridas. Es una uva de bajo rendimiento. Produce vinos de color intenso, muy buena acidez, aromáticos y con gran capacidad de envejecimiento. Se suele mezclar con otras variedades, sobre todo en La Rioja. En Andalucía se la conoce como Tintilla de Rota. Se puede encontrar en Navarra, Rioja, Andalucía, Castilla, Valencia y Extremadura.

Tempranillo: Es una de las variedades de uva más apreciadas y utilizadas no sólo en Ribera del Duero y Rioja, sino también en gran parte de España. Es una uva de maduración temprana (de ahí el nombre) con aromas a frutos rojos en climas fríos y frutos negros en climas más cálidos. Produce vinos elegantes, con cuerpo y aromáticos.

Notas de Cata: Aspecto brillante, intenso y muy limpio. Dos aromas especiales, con el toque especiado característico de Vileta. notas de chocolate, caramelo y un recuerdo mineral. Aromas de frutos rojos crujientes, una delicia punzante matizada con un sutil acento balsámico, que recuerda la atmósfera fresca del sotobosque de encinas. En boca es intenso, fresco y equilibrado. Suave y largo.